Actualmente, y especialmente desde la pandemia, la zona de Mfereji vive en constante emergencia. Ya antes lo estaban, debido al abandono por parte de las administraciones hacia la población indígena. Viven muy alejados de cualquier realidad, aislados en medio de la sabana, en aldeas donde no llegan los caminos, y mucho menos la educación, la sanidad e infraestructuras. Se carece de acceso a fuentes de agua y no disponen de luz.
Además, la sequía azota constantemente a la zona y la población masai se dedica al pastoreo, por lo que tanto los hombres (que tienen que recorrer largas distancias para encontrar zonas fértiles para el ganado) como las mujeres (que son las encargadas de recoger agua y leña) pasan mucho tiempo fuera de las aldeas buscando recursos. Esto repercute directamente en los niños y niñas que desde temprana edad se tienen que ocupar del ganado y del cuidado de los más pequeños. Es este uno de los motivos principales por los que dejan de asistir a la escuela.
Por ello, se puso en marcha el programa de comedor escolar para poder facilitarles un almuerzo diario, ya que además de asegurarles un pleno desarrollo es un reclamo para que asistan al colegio.
Se está trabajando actualmente, en solventar estas emergencias que son acuciantes y se prevén largas en el tiempo.